Droga a tierra, el papel de los pescadores mexicanos en las rutas a EU de los narcosubmarinos

En su último tramo, cuando han logrado burlar autoridades, sobrevivir a tempestades o a fallas mecánicas, los narcosubmarinos se arriman a costas desoladas de Centroamérica o de México a esperar que los operarios de los carteles ordenen la operación de descargue de la mercancía en embarcaciones pesqueras.

«La capacidad del submarino no les permite llegar a la orilla. ¿Por qué? Porque se vararía y ya no saldría el submarino. Se vara, como una ballena», explicó Edgar Moya, pescador sinaloense y presidente de una cooperativa local.

Moya vive alrededor de una playa de Sinaloa donde estas ‘ballenas’ llegan cargadas con droga, que ya en tierra mexicana cuestan más del 500% del precio con el que salió de la costa colombiana.

En esta zona se les conoce como ‘pangas’, barcazas de fibra de vidrio, similares a las que se usan para pescar en todo el Pacífico mexicano –zona rica en pescados, atún y camarón– pero tiene diferencias sustanciales: son más grandes, con capacidad para más motores y están cerradas en la superficie, para que la droga vaya oculta, según videos obtenidos por Univision y datos oficiales de la Guardia Costera.

Los pescadores de la zona afirman que las construyen en el municipio de Angostura, en el norte de Sinaloa, y que muchos de quienes trabajan pescando en el Pacífico sinaloense han recibido ofertas para salir a buscar la droga en altamar durante la noche y llevarla a tierra, por pagos que oscilan entre 400 y 500 dólares por día.

Moya, quien asegura que nunca ha trasladado droga, explicó que el proceso de recogida consiste en salir entre cinco y 10 millas fuera de la costa para pasar la droga desde el semisumergible y subirla en las ‘pangas’. De allí se lleva a tierra.

«Ellos cargan en otros lados, en otros puntos. Se ponen de acuerdo dónde van a atracar, dicen dónde van a dar el paradero y ya trasladan todo eso, para no varar», detalló.

Uno de los puntos de llegada de estos envíos a tierra –señalado por la Guardia Costera en una audiencia ante el Senado en 2017, para evaluar los esfuerzos antidrogas del gobierno estadounidense, y en sus informes anuales– es el puerto de Mazatlán, donde hay una fuerte presencia de efectivos de la Marina, el Ejército y corporaciones policiacas mexicanas.

Una fuente naval mexicana, quien ha trabajado para los narcotraficantes en Sinaloa, dijo a Univision que estos han hallado un modo de descargar la droga en tierra sin ser descubiertos, a pesar de esta presencia.

La ciudad es cruzada por canales que van desde la bahía hasta barrios marginales, de calles sin pavimento.

«En la noche, aprovechan la marea baja y pasan debajo de los puentes hacia los canales, donde los barcos de la Marina no pueden pasar», dijo esta fuente, quien solicitó anonimato.

Univision Investiga recorrió estos canales y detectó que existen varios de esos pasos hacia los barrios aledaños donde, dicen los pobladores, rara vez aparece alguna autoridad.

Moya dijo que la precariedad económica de sus compañeros hace que muchos de ellos acepten los ofrecimientos para trasladar la droga. Recalcó que las organizaciones criminales no obligan a los pescadores a trabajar para ellos y normalmente no insisten cuando estos no aceptan.

«Se acerca gente diciéndole a uno: «Mira, estamos contratando gente para que vaya a Los Cabos a manejar una lancha con unos turistas'», dijo Moya. «Cuando ya empiezan a agarrar confianza es cuando realmente les dicen para qué es».

En varios de los operativos del último año, la Marina Armada ha reportado el hallazgo solo de la embarcación y la droga, pero han dicho que los tripulantes se dieron a la fuga.

Para Moya, son los pescadores quienes están en mayor riesgo, principalmente por la situación económica, ya que ganan en promedio entre 10 y 15 dólares al día.

En uno de los operativos recientes sí hubo detenidos. En febrero de 2019, la Marina Armada aseguró en Topolobampo, Sinaloa, 630 toneladas de cocaína que era trasladas en una de estas grandes ‘pangas’, conocidas localmente por sus adaptaciones como ‘reformeñas’, con cuatro motores fuera de borda. Fueron detenidos a bordo ocho ecuatorianos, cuatro colombianos y tres mexicanos.

“A veces la gente está apretada en cuestión de que necesita algo. Llegan ellos en el momento ese y pues es así como los convencen. Lo que hemos visto es que al final, si los agarran, quien termina preso es el pescador, la verdad”.

Oficio de ‘cuidacargas’

En julio 2018, el mexicano Marcos Villa, de 37 años, fue detenido cuando se trasladaba al interior de un semisumergible con droga y acusado de narcotráfico en Estados Unidos. Estará preso hasta 2022.

Su caso no es único. En los últimos años, decenas de pescadores de Sinaloa han sido detenido por autoridades estadounidenses a bordo de semisumergibles, según testimonios obtenidos para esta investigación. En Mazatlán, según estos testimonios, al menos otros cuatro pescadores han sido detenidos en condiciones similares a Villa en el último año.

La familia de Villa no respondió mensajes de Univision y su abogado en Miami no respondió solicitudes de entrevista. Pero las autoridades colombianas dicen saber cuál es el papel de estos detenidos.

En entrevista con Univision Investiga, un coronel de la Armada colombiana explicó que estos mexicanos viajan a Colombia y regresan a bordo de los semisumergibles, fungiendo como ‘cuidacargas’.

«Lo que se ha podido establecer es que en algún momento hubo una disputa por las rutas, entonces ha habido presencia de ciudadanos mexicanos que han sido capturados en labores de narcotráfico y especialmente para asegurar que la carga llegue al destino», explicó Nelson Ahumada, comandante de infantería de la Armada de Colombia.

«Los embarcan acá (en Colombia) o los embarcan en altamar y ellos se van con la carga hasta que hagan la entrega», detalló.

Ulises Suárez, historiador de la pesca en la Universidad Autónoma de Sinaloa, explicó que se ha documentado traslado de droga en Sinaloa por vía marítima al menos desde la década de 1960.

Consideró que la destreza de los pescadores locales, acostumbrados a un océano complicado como es el Pacífico y a reparar embarcaciones con serias fallas en altamar, los convierten en mano de obra atractiva para los narcotraficantes. Por ello, dijo, no es azaroso que en Mazatlán el crimen organizado los utilice.

«Si tú vas a poner tu mercancía en manos de alguien, vas a poner tu mercancía en manos del mejor», dijo.

«Cuando la industria pesquera cayó en un proceso de recesión, al ser las clases bajas las más afectadas, estos individuos tienen que sobrevivir de alguna manera y entonces se encuentran en la delincuencia muchas veces algo que les permita subsanar las necesidades familiares».

Con información de Univisión



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