En la raya: ¿2021 YA? • Pues sí

Por: José Luis López Duarte

La pandemia del COVID-19 nos tiene tiesos a todos, como si nos hubiera azotado otra helada como la del 2011, paralizando prácticamente la vida de nuestra sociedad, y ni se diga de la política, que aunque cada vez mueve menos, el interés sigue siendo general y tendrá que abordarse en algún momento.

Muy difícil parece el horizonte del amanecer de la pandemia y peor aún con la catástrofe económica que ya empieza a golpear a todos los negocios y hogares de nuestra sociedad.

Por ello, resulta muy preocupante que en el país no haya sido posible la apertura de diálogos y encuentros en busca, primero, de soluciones a la pandemia y, segundo, a la quiebra económica que nos puede hundir todavía más.

Sí, de verdad sorprende ver como el país se agrieta, sí por los problemas, pero es peor ver las pésimas formas de abordarlo, donde todos por lo menos debieran mostrar en estos momentos rasgos de humildad, porque al final del día vemos cómo desde el más sencillo y modesto de los ciudadanos, hasta los más poderosos, cargamos con la fragilidad de una existencia amenazada.

Y ver todavía a personas como el presidente de la república que no tiene este atributo y, por el contrario, se muestra soberbio.

Por ello, es muy difícil pensar siquiera que el 2021, cuando tenemos que definir de nuevo a quienes nos gobernarán en la mitad de los estados del país y en los congresos, se pudieran tener acuerdos amplios y mucho menos consensos.

Muy lamentable este escenario, porque en el caso particular de Sinaloa, que cuenta con una camada de liderazgos político y social, no muy alejados ni contrapunteados en ellos, que fuera factible realizar alianzas que nos ayuden a organizar un gobierno de amplia unidad sinaloense.

Son reconocidos desde Rubén Rocha Moya, Jesús Vizcarra Calderón, Héctor Melesio Cuén, Mario Zamora, Gustavo de Hoyos, Sergio Torres, Raúl Inzunza, Gerardo Vargas, Jesus Valdez, entre otros que ahora se me escapan, personas que pueden impulsar acuerdos y, como pinta el escenario político, estos acuerdos son urgentes, por no decir indispensables.

Y me atrevo a pensar en ello porque no le veo salida una confrontación como no sea batirnos en las miserias políticas que reflejarían lo más decadente y corrupto de la política en lugar de construir algo nuevo y esperanzador en el contexto actual de resolución.

Tan solo imaginar la figura del gobernador de Baja California, Jaime Bonilla, después del fallo de la suprema corte, con todos los desfiguros y entuertos que dejó en el camino para ganar la gubernatura de aquel estado y tener que salir al año siguiente ¿Vale la pena dañar tanto la vida de una sociedad y los ambientes políticos, económicos y sociales?

Soy un convencido de que no debe ser así, y que Sinaloa cuenta con valores suficientes para trascender, junto con esa clase política capaz, madura y responsable. Lo creo.

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