El narco se asentó en CDMX

Eduardo Valdez Verde

Los habitantes de la Ciudad de México todavía no se la creen que en plena avenida Reforma, un grupo armado haya realizado un ataque en contra del Secretario de Seguridad, Omar García Harfuch.

No pueden creer que en plena capital, los delincuentes hayan tenido el atrevimiento, el cinismo y la capacidad de organización para atentar contra el jefe de la policía más numerosa del país.

Y no lo pueden creer porque durante años las autoridades capitalinas han engañado a la ciudadanía y se han auto engañado con el discurso oficial de que los cárteles no existen en la Ciudad de México. Han querido hacer creer a la gente que esas son cosas de estados broncos del norte como Sinaloa, Tamaulipas o Baja California. Que esas son historias de estados como Jalisco, Michoacán o Guerrero, pero no de esta ciudad.

Aquí lo que ocurría, según las autoridades capitalinas, eran delitos del fuero común y un narcomenudeo que no pasaba de ahí. Pero los hechos demuestran todo lo contrario.

La capital del país vive desde hace más de tres años una lucha frontal entre cárteles cada vez más fuertes y sanguinarios.

Han pasado ya cinco días de ese atentado en el que salió herido uno de los funcionarios del área de seguridad que mejores resultados a ha dado desde que inició la administración morenista en la capital del país. García Harfuch es policía de carrera, con formación en el extranjero. A sus 38 años tiene ya 12 de experiencia en áreas de seguridad, con desempeño destacado en la desaparecida AFI y en áreas de inteligencia de la PGR. Él fue parte del grupo que detuvo a Dámaso López Núñez «El Licenciado», en en un departamento del sector Santa Fe en Ciudad de México. También ha dado importantes golpes a los cárteles Unión Tepito, Jalisco Nueva Generación y el de Tláhuac,  que se disputan el control del tráfico de drogas en la capital del país.

No es pues, un improvisado y hasta donde se sabe, tampoco es un policía corrupto, sino al contrario.

Es por eso que quienes ordenaron su ejecución reclutaron a más de 30 gatilleros de diversos estados para darle muerte. Lo planearon con al menos tres semanas de anticipación, y sin embargo fallaron.

A García Harfuch le salvó la vida el blindaje de la camioneta en que viajaba y la rápida reacción de sus escoltas y de decenas de agentes que acudieron en su apoyo. De ahí que hayan detenido a 12 de los presuntos sicarios unos minutos después del tiroteo.

La reacción del Gobierno capitalino y del Gobierno federal, debe ser igual de feroz y agresiva que la de quienes ordenaron este atentado. No basta decir desde la mañanera que no los intimidarán. Se trata de mandar un mensaje de fuerza y de autoridad, porque en esta ocasión fue un alto mando policiaco, mañana podría ser alguien de mucho más peso. Ya demostraron los delincuentes que por recursos no queda.

LIBRETA DE APUNTES

En abril nos dijeron que a mediados de mayo el pico más alto de la pandemia llegaría y que el número estimado de muertos sería de 6 mil. Aún no termina junio y hasta el momento suman ya 27 mil personas muertas en todo el país.

El Gobierno y la sociedad han sido rebasados por esta pandemia y aún así hay quienes no creen y siguen exigiendo volver a la vida «normal». 

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