En la raya: AMLO ¿A QUÉ VA? • Ojalá y no
Por José Luis López Duarte
Yo no conozco ningún antecedente de los Estados Unidos en el que haya pretendido ayudar a México en sus problemas y sólo se de luchas que han vulnerado nuestra soberanía, dignidad, territorio e intereses comerciales, en los que siempre hemos resultado perdedores.
Ha sido un vecino arbitrario, abusivo y voraz, que desde 1824, cuando el presidente James Monroe dictó su doctrina sintetizada en la frase “América para los americanos”, prácticamente decidió el destino de nuestra nación y el tipo de relaciones que desde entonces tendríamos con ellos.
Fue en 1848, cuando después de invadir nuestro país, para retirarse nos obligaron a firmar el “Tratado de Guadalupe” con el que se apropiaban de la mitad del territorio de México. Tratado que culminó su último episodio en 1964 con el “tratado del Chamizal” entre Lyndon B. Jonhson y Adolfo López Mateos.
Treinta años después, en 1993, se firmaría el tratado de libre comercio (TLC) que cerró la pinza sobre la soberanía nacional al establecer criterios económicos sobre la rectoría del estado mexicano abriendo espacios a la inversión privada nacional y extranjera sobre la economía y sus compromisos con sus socios de Canadá y Estados Unidos que lo uncían al bloque económico de america del norte.
México había perdido la última batalla después de una prolongada resistencia durante casi todo el siglo veinte que pasó por la invasión a Veracruz en 1913, los intentos de anexarse las dos Baja California y Sonora con el pretexto de la segunda guerra mundial y las supuestas bases japonesas en Sonora, hasta imponernos la participación en la segunda guerra mundial con el hundimiento de aquel barco mexicano en Tamaulipas, supuestamente por un submarino alemán.
Larga y heroica ha sido la lucha de muchísimos mexicanos resistiendo la ofensiva norteamericana y defendiendo los intereses de México, tanto en el campo diplomático internacional, el militar con el general Lázaro Cárdenas (comandante del pacífico) en la segunda guerra mundial, el diplomático con el canciller Genaro Estrada (Doctrina Estrada) y los intentos por crear un frente latinoamericano en los años setentas con la estrategia del “Tercer Mundo” ante la bipolaridad oriente-occidente.
El triunfo del neoliberalismo contra todos los modelos nacionales e internacionales en el planeta, como el nacionalismo mexicano, el socialismo en Asia y la socialdemocracia europea, habían perdido la batalla económica frente al modelo de libre mercado, lo que representaba para todos los países del mundo una transición hacia la internacionalización, globalización y tecnologización de sus economías y en consecuencia de sus principios rectores de sus estados respectivos cumpliéndose así los mandatos del “consenso de Washington”, colocando en la supremacía mundial a los Estados Unidos e Inglaterra como el eje rector de ese cambio y su hegemonía.
Hoy por hoy es Estados Unidos no solo la nación históricamente antagónica de México, sino que ahora hegemoniza al mundo económico y militar, y tiene un presidente supremacista, homofóbico, altamente insultante y agresivo a la dignidad y los intereses mexicanos.
Y sin embargo tenemos que tratar como lo hemos hechos durante toda nuestra historia por lo que resulta pertinente preguntarse la prudencia de ir o no ir a la reunión que el presidente López Obrador ha planeado para los próximos días a la “Casa Blanca” con el presidente Donald Trump.
Los riesgos son muy altos y los costos lo pueden ser peor frente a un gobierno por tradición intervencionista en nuestros asuntos, grosero y abusivo, que no repara en las más elementales reglas del trato por lo menos. No debemos olvidar que “Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses”.
Y es cierto que Donald Trump es de lo peor que los republicanos han tenido en la presidencia de aquel país, pero los demócratas no han sido distintos, como lo fue Obama cuando obligó al gobierno mexicano en 2014 a cancelar los contratos con empresas chinas (tren rápido Querétaro – DF) donde México debió indemnizar con 3 mil millones de dólares por la cancelación de dicho compromiso.
Por eso, el presidente Xi de China tendrá que esperar que López Obrador le agradezca los veinte aviones con apoyos a la pandemia que le envió, luego de que concrete las gracias de Trump por los 300 ventiladores que le vendió.
Hay miles de razones, como lo escribe el canciller emérito Bernardo Sepúlveda y muchísimos columnistas en el país, de que son mucho mayores los riesgos que las posibilidades de que le vaya bien al presidente, por lo que debiera pensar primero en la profecía de Porfirio Díaz “tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos” o como los bautizó Mario Gill: “nuestros buenos vecinos”… Son una amenaza.