Entrelíneas: ¿Qué hacemos con nuestra brutalidad policiaca?
Eduardo Valdez Verde
El asesinato de un joven albañil a manos de agentes de la policía municipal en la comunidad de Hixtlahuacán de Los Membrillos, Jalisco, ha venido a desatar en nuestro país el enojo y la indignación de un amplio sector de la población, por la forma en que se exhibe la brutalidad policiaca. Brutalidad que no es exclusiva se ese estado y que se replica de punta a punta del país.
Yovani López, de 30 años, fue detenido frente a su familia, afuera de su casa supuestamente por no portar tapabocas. También se ha dicho que por faltarle el respeto a los agentes policiacos.
Por las causas que haya sido detenido, nada justifica que al día siguiente, ese joven fuera entregado muerto a sus familiares y con claras muestras de haber recibido una golpiza por parte de los agentes.
En menos de 24 horas ese joven pasó de estar con su familia y a estar en la morgue.
Mucho se ha hablado de la brutalidad policiaca en Estados Unidos tras el asesinato de George Floyd a manos de agentes de policía en Mineapolis. El crimen ha levantados una ola de indignación mundial por tratarse de un claro acto de racismo, pero si volteamos un poco hacia México, vale la pena preguntarnos ¿qué hacenos con la brutalidad policiaca que aquí padecemos?
Lo ocurrido en Jalisco y que ha despertado una serie de protestas violentas, no es un hecho aislado. Ya en otro municipio de ese estado se había presentado algo similar, así como en Tijuana, donde agentes policiacos dieron muerte a personas detenidas.
Aquí mismo, en Sinaloa, se han documentado innumerables casos de abusos policiacos graves, entre ellos la desaparición de personas detenidas.
Eso sin contar los abusos que se padecen a diario en retenes o en otros puntos de revisión.
Retenes que por cierto, está demostrado que no sirven más que para extorsionar al ciudadano de bien porque los delincuentes pasan como Pedro por su casa sin que se les moleste.
Es eso lo más indignante: los abusos que cometen los agentes policiacos contra el ciudadano común, porque estamos ante corporaciones a las que la sociedad ve con miedo y no con respeto.
Cierto que dentro de los cuerpos policiciacos hay buenos elementos, no hay duda y a esos hay que conservarlos y apoyarlos, pero una gran parte de ellos están más al servicio de los delincuentes ya sea porque son amenazados o están en la nómina del crimen organizado.
¿Qué tenemos entonces? Pues policías muy bravos contra la ciudadanía, pero muy mansos ante los delincuentes que aquí, como ya sabemos, se pueden pasear armados y aplicar su ley con total impunidad.
La realidad del ciudadano común en Sinaloa y en el resto del país es muy preocupante porque puede ser agredido por los delincuentes, pero también por los policías. Ya no sabe uno en manos de quién le irá peor.
El reprobable crimen de un joven albañil en Jalisco, debe ser el detonante, la señal de alerta para que aquí se ponga mayor atención en el actuar de nuestros cuerpos policiacos, con controles y sanciones más severas para evitar al máximo que la sociedad padezca de abusos precisamente de quienes están para protegerla.
LIBRETA DE APUNTES
Quizás por esa falta de capacitación y de entrenamiento de los cuerpos policiacos, es que ya no intervienen para nada cuando se trata de poner orden y proteger a los ciudadanos.
Las protestas en la ciudad de México así lo demuestran. Una ciudad sin ley donde grupos de manifestantes lo mismo destruyen edificios y monumentos públicos, que saquean comercios sin que haya quién los frene.