En la raya: …AY MI CULIACÁN • Solo falta llorar
Por José Luis López Duarte
Patético el clamor de los comerciantes del centro de la capital de Sinaloa, huérfanos de apoyos públicos y sometidos a las disposiciones sanitarias del municipio, nomás les falta llorar ante la desgracia de la ruina y la incapacidad de levantar sus negocios.
Un día, con un presidente frívolo e insensible que habitaba el palacio municipal de Culiacán, comparaba la situación de la ciudad con aquella canción que decía “triste, cansado, ojeroso y sin ilusiones”, porque la basura, el desorden y la vida caótica nos abrumaba, ahora con la crisis de todos los negocios le agregaría “y a punto de llorar” al ver con impotencia el derrumbe de la desesperanza de su sostén familiar.
Seguramente ese panorama (que también dibuja el periódico El Debate en su encuesta a los empresarios) se observa en los negocios de Culiacán, desde las carretas de los vendedores ambulantes, quienes venden sus tacos, tortas y emparedados, así como la fruta picada o el pan, y los que están establecidos en locales mantienen sus cortinas cerradas, situación que también se observa en Los Mochis, Guasave, Guamúchil y Mazatlán.
Son familias llenas de frustración e impotencia que no les queda de otra más que reclamar a la autoridad, porque se agotaron las reservas, necesitan trabajar y la necesidad ya superó al miedo del coronavirus y los que más les preocupa es perder sus inversiones, no poder pagar las deudas y lo peor, al final no tener para comer.
Este panorama es el ejemplo más contundente de la inacción del gobierno frente a los dilemas que las pequeñas empresas de Sinaloa están viviendo: Cerrar o cómo sobrevivir.
Y ese sobrevivir debe venir de la mano del gobierno, apoyo que ahora no llega por más que lo claman y cada día que pasa crecerá la angustia y desesperación de estos trabajadores.
El panorama de crisis económica se empezó a presentar desde el primer mes, cuando había que pagar los primeros recibos del agua, luz, rentas y apoyos a los empleados. Cuatro meses después ya no se hablar de pérdidas sino de cerrar los negocios sin poder pagar deudas y perdiéndose los empleos.
Por eso, desde que empezó la pandemia ha habido muchas voces que han estado llamando la atención sobre la necesidad de un plan de apoyos alimentarios, un programa de apoyo empresarial y un seguro para el salario de los trabajadores que sirva de sostén a las empresas y las familias.
Pero a esas solicitudes el gobierno de AMLO, de Quirino Ordaz y de Estrada Ferreiro no han dado respuestas. Solo han tenido paliativos para el daño estructural de nuestra economía, sistema de salud y paz social.
Sería muy recomendable para estos gobernantes que leyeran un trabajo que publicó recientemente el amigo Omar Garfias en “Rio Doce”, buena falta que les hace.