LA LEY DE JACOBO • Pa´ la otra pandemia
Por José Luis López Duarte
No cabe duda que hay de priistas a priistas, cuando vemos la conducta de Sergio Torres que aprieta, exige y presiona a su partido, mientras que otros como el diputado Sergio Jacobo presumen su condición de vasallos al gobierno de Quirino Ordaz y a sus jefes políticos que son los mismos.
El seños diputado del PRI acaba de salir con la ocurrencia de hacer una ley de emergencia económica para Sinaloa, como si hiciera falta y el gobierno de Sinaloa no pudiera declarar una emergencia, como ya lo hubieran hecho ante la pandemia del COVID-19 y sus consecuencias.
Y para rematar, se atreve a patentizar su vasallaje cuando dice que la ley sería para desastres posteriores, sin tocar en lo más mínimo lo que ocurre, como si ya hubiera pasado.
Prácticamente “ni con el pétalo de una rosa” toca al gobierno de Sinaloa en su gestión ante la pandemia y su impacto económico, como si no tuviéramos la incidencia brutal del virus con casi 4 mil defunciones ya, con el índice de más alta mortalidad en el mundo, cientos de empresas quebradas y miles de trabajadores en la calle.
Como si el diputado no supiera que su jefe, el gobernador, ya tiene más de 2 mil millones de pesos del erario público invertidos en negocios privados, sin que nunca se haya escuchado una palabra de sus labios al respecto.
El cinismo político llega a los extremos al grado que presumen ser una oposición y una representación de lucha, cuando están al servicio del poder estatal, bloqueando permanentemente a los diputados de MORENA en el congreso local, cuando estos han pretendido un presupuesto programado y social, transparencia, legalidad en el manejo de los recursos públicos y que rindan cuentas.
El diputado Sergio Jacobo y sus huestes se han dedicado a una defensa a ultranza del gobierno estatal, a obstaculizar a MORENA en sus afanes democratizadores del congreso y la gestión pública, para que ahora vengan con esta ridícula propuesta de “ley de emergencia económica” como si hiciera falta para actuar ante los desastres que vivimos, como el COVID-19 y la crisis económica, todo con el afán protagónico, aunque sea un sinsentido. En fin, bendito sea dios.