Los Windsor despiden con tristeza y elegancia al príncipe Felipe
La imagen de Isabel II, de luto, con mascarilla, encogida y sola, sentada en la capilla de San Jorge, resume el espíritu de la despedida del príncipe Felipe, duque de Edimburgo.
Un funeral en el que se han cumplido los deseos del difunto: intimidad familiar y reconocimiento a su condición de militar, aunque sus obligaciones como esposo de la reina de Inglaterra le apartaron de su vocación como miembro de la Armada. Una ceremonia marcada por el sentido y la sensibilidad.
El féretro con los restos de Felipe de Edimburgo, cubiertos con su estandarte que incluía los escudos de armas de sus orígenes danés, griego y británico, más su condición ducal, su gorra de lord del almirantazgo y su bastón de mando, ha entrado en la nave central y vacía de la capilla de San Jorge, mientras sonaban las cuatro voces de un coro.
En los asientos, situados a un lado y otro del altar, sus familiares y, en medio, su catafalco junto al que se ha situado un cojín de terciopelo rojo con sus condecoraciones.
Con información de La Vanguardia.