Mario Zamora convive con los habitantes de Mazatlán
En un Mazatlán amagado por un nublado que no cuaja lluvia, Mario Zamora no tiene freno. El próximo gobernador de Sinaloa solo se detiene cuando la gente le pide fotos, cuando un reportero busca entrevista.
En los cuatro puntos del crucero hay banderas revoloteando. Las y los brigadistas bailan, saltan. Sonríen. La música tampoco para. Son los y las que ya ganaron, los comprometidos con defender su esencia.
Es la campaña que va por tierra, avanzando, abarcando pueblos, llegando a las ciudades del estado.
Vigor, fuerza, entusiasmo. Buen ánimo. Alegría, sonrisas. Bríos. Así es la fiesta cuando la victoria se siente en cada automovilista que grita ¡ánimo, Mario!
Así es la fiesta cuando el triunfo va construyéndose de calle en calle, en los poblados y colonias; en los mercados y parques. Hasta una selfie o tope de puño son importantes.
“¡Mario, Mario, Mario, Mario!
Nada de eso descuida Mario Zamora, que corre por la Buelna saludando, charlando con las y los conductores detenidos ante el semáforo.
También corre por La Marina rumbo a El Toreo. Entrega camisetas con los logotipos de la coalición Va por Sinaloa. Mario Zamora suda la camiseta y no para. La fiesta lo sigue. La fiesta sigue. Es el tercer evento que tiene en el día en diferentes puntos del puerto. Le faltan dos eventos, ambos por la noche.
Mario Zamora vuelve a ganar. Es la constante.
El ánimo se aviva cuando Mario Zamora sonríe al cielo y el dron lo capta con su gente en una nueva victoria camino a la gubernatura de Sinaloa. Fiestas como esta se hacen para los que ya ganaron.