AMLO Y BOLIVAR
• El discurso
Por José Luis López Duarte
Ante un reducido grupo de personas, pero con la representatividad de 32 naciones de América Latina y el Caribe, el presidente de México, André Manuel López Obrador, con motivo del 238 aniversario de Simón Bolívar, pronunció un discurso trascendental que anuncia una política continental nueva y promisoria para los pueblos del continente, incluido Estados Unidos.
¿Y por qué creo que se trata de un discurso valioso para el futuro de América? Por la sencilla razón que convoca a la unidad del continente, a la construcción de un bloque político económico y cultural, que compita con otros grandes bloques del mundo, como lo son China, la Unión Europea, el sudeste asiático y la propia Rusia.
Al mismo tiempo, y lo más importante en el mediano plazo, crear la zona común de América, parecido a la Unión Europea, pero con todas sus diferencias, con un esfuerzo inédito de terminar las políticas hegemonistas, la dominación forzada (como el caso de Cuba, por ejemplo) y el desarrollo unilateral, la mayor de las veces con el sacrificio de los vecinos.
Y no lo planteó el presidente López Obrador como un deseo, anhelo o petición a los Estados Unidos, como la nación más poderosa del mundo hoy en día. No, lo propuso como una iniciativa geoestratégica ante las tendencias de la economía mundial y el desplazamiento de los polos de la hegemonía mundial.
¿Qué argumentó? Hoy en día estamos inmersos en la disyuntiva de la integración o la confrontación entre el norte y el sur, y prácticamente concluyó que la confrontación no es la salida y que se debe pensar en la integración, cosa que, en los hechos, desde 1994, ya lo están haciendo tres naciones en el TLC, y ahora en el T-MEC.
Segundo, que, en la lucha mundial por la hegemonía, Estados Unidos va perdiendo la batalla ante China. En 1990, Estados Unidos aportaba al PIB mundial el 12%, y China el 2%. 30 años después, hoy en 2021, Estados Unidos aporta el 9.5% del PIB mundial y China ya lo superó con el 12%. Y remató, que para 2050, China producirá el 20% del PIB mundial y Estados Unidos el 4.5%. La batalla estará definida.
La tendencia descrita es brutal y, efectivamente, como dice el presidente López Obrador, es urgente construir una América unida que enfrente esos retos y sea capaz de resistir esa batalla económica que se libra en el mundo.
Para hacerlo refirió la experiencia de la Unión Europea, que tardaron casi 20 años en lograrlo y que hoy en día 28 países tienen mercado común, libre tránsito de fronteras, un parlamento europeo, moneda única, banco central europeo y, en general, cooperación para el desarrollo.
El surgimiento de la Unión Europea fue un largo proceso de reconstrucción del continente después de la segunda guerra mundial, resistir la lucha de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, terminar el colonialismo y concluir con las dictaduras más viejas del mundo en aquella época: La de Francisco Franco en España (1936-1975) y la de Antonio de Oliveira Salazar en Portugal (1933-1974), los viejos aliados de Hitler en la segunda guerra mundial.
La construcción de las bases de dos principios: Sistemas democráticos y equidad económica. Con la caída del salazarismo en Portugal y del franquismo en España, se construyeron repúblicas democráticas parlamentarias, y la equidad económica se logró con una donación de 30 mil millones de dólares a esos dos países para que se modernizaran económicamente.
“El broche de oro” lo obtuvieron con la caída del “Muro de Berlín” en 1989, que los liberó de los enormes gastos militares a lo que los obligaba la Guerra Fría entre Rusia y Estados Unidos.
En América quizá esa ruta sea más corta, y mucho más rápida, quizá como aquel plan de John F. Kennedy, “La Alianza para el Progreso” de 1960, que planteaba la integración de América contra la “amenaza comunista”, pero todo se puede y, al parecer, es urgente. Quizá se crea que es una misión imposible, pero pensarlo ya es un paso.