QUIRINO
• La despedida
Por José Luis López Duarte
Ayer domingo, el gobernador del estado, Quirino Ordaz Coppel, rindió su quinto y último informe de gobierno, que más allá de ser cifras e indicadores, que en buena medida dependen de pesos y medidas, que provocan el cristal con que se mira, existe un intangible que es invaluable en el ejercicio de un gobierno: La política.
Quirino Ordaz, quizá en el mejor momento del presidente Peña Nieto, en paz aún entonces, de poner y disponer de todos especialmente en el PRI, tanto que impuso su candidato sin cubrir el expediente de la convocatoria de su partido y contra un gobierno, el de MALOVA, que controlaba al PRI estatal y que había sido enemigo de Peña Nieto en su campaña presidencial el 2012.
El triunfo electoral de Quirino, para los que no tienen memoria, se dio en el marco de un terrorismo político, especialmente en Culiacán y Ahome, para inhibir el voto opositor, tanto que tres días antes del día de la elección se suspendió el transporte público urbano en la capital del estado y el día de la elección con aquel aquelarre para espantar a los electores.
Así, Quirino Ordaz llegó al gobierno de Sinaloa, con escasa legitimidad y su liderazgo en entredicho, circunstancias que enfrentó de inmediato con medidas, la reforma a la ley de obra pública en especial, para concentrar todo el poder de la inversión pública, por encima de municipios, paramunicipales, paraestatales y órganos descentralizados, convirtiéndose con ello prácticamente en el factótum, como si algo le faltara.
Esa concentración de poder muy pronto lo empoderó y asumió el control de todo el gobierno, con la complaciente mayoría de diputados priístas que le acompañaban en el congreso del estado.
Sin embargo, muy pronto el horizonte político se le nubló, cuando antes de cumplirse su primer año de gobierno ya era evidente la derrota del PRI en la elección del 2018 ante AMLO y MORENA, ante la que tuvo la visión de aliarse y coadyuvar en el triunfo del tabasqueño.
Indiscutiblemente, ahí radicó el gran éxito del sinaloense, al grado que se convirtió en uno de los gobernadores favoritos del nuevo presidente y aliado seguro de su gobierno.
Aquella decisión de Quirino Ordaz sin duda ha sido su mayor acierto, y se puede decir el orgullo de su gobierno, porque incluso estuvo a punto de dejar sucesor nominado por él, de una amplia baraja política con la que jugó su sucesión.
No coincido para nada con algunos amigos de que esa fue su mayor torpeza, porque al final del día ha mantenido su estatus de aliado favorito del presidente López Obrador, quien seguramente lo mantendrá entre sus activos políticos más cercanos, con oportunidad de integrarlo a su equipo.
Se puede decir al final del camino, que el gobernador Quirino Ordaz jugó con el score, como financiero reconocido que es, y que su saldo concluye con los puntos a su favor, nada más y nada menos, sin adversarios contra y con cercanía con el presidente.
Quizá habrá muchos que contarán otras historias cuando se vaya, pero quizá ya no cuenten, como no sea para la parafernalia contra el que se va y alentar el linchamiento con los que llegan.