«El día de su muerte nos dijimos adiós dos veces»: viuda de Javier Valdez

El mediodía del 15 de mayo el sol calienta en Culiacán igual que hace cinco años. Es domingo y la calle Vicente Riva Palacio luce desolada. Un camión de pasajeros atraviesa de sur a norte el desgastado pavimento. Luego el silencio.

Nada qué ver con los eventos de hace cinco años. En ese mismo sitio fue asesinado Javier Valdez Cárdenas, periodista y escritor, quien fuera colaborador de La Jornada y cofundador del semanario Ríodoce, en Culiacán.

Hace cinco años el lugar estaba lleno de personas. Las cámaras y micrófonos, las grabadoras y los celulares, buscaban captar la noticia que impactó al gremio periodístico nacional. Y desde entonces, el silencio de la calle se ahoga con cada protesta que se hace en su honor.

Nunca el silencio, es la consigna. La calma de la calle Riva Palacio contrasta con las afueras de la Catedral de Culiacán. En el lado sur de su plazuela un busto se erigió en memoria de Javier Valdez.

Ahí se reúnen decenas de personas. Las demandas y gritos son comunes. Son peregrinos en busca de justicia, o como dijo uno de los asistentes: «aquí nadie olvida».

Entre los deudos, Griselda Triana, viuda de Javier. Abre su discurso con uno de sus últimos recuerdos de ese 15 de mayo de 2017.

“Quiero comentarles que a esta hora Javier ya había salido de nuestro hogar por última vez. Esa mañana lo hizo en dos ocasiones porque la primera olvidó sus lentes y tuvo que regresar por ellos, así que dos veces nos dijimos adiós”.

Sentada al frente del busto en honor a Javier Valdez, Griselda hurga en la memoria y encuentra otro recuerdo.

“También, poco antes del mediodía hablamos por última vez porque minutos después le arrebataron la vida”.

Pero el tiempo avanza. Va siempre hacia adelante. Inexorable.

Según el calendario un año se compone de 52 semanas. Dispersadas a lo largo de 12 meses, esas semanas se acumulan. Desde el homicidio de Javier son ya más de 260 semanas. En ese lapso han sucedido cosas.

Dos procesos juzgados. Uno en contra de Heriberto Picos Barraza y el otro en contra de Juan Francisco Picos Barrueta. Ambos fueron juzgados como autores materiales y sentenciados.

A Heriberto Picos, alias El Koala, lo condenaron a 14 años de prisión por participar en el homicidio de Javier. La pena se redujo. Fue en febrero de 2020. En un inicio esta sería de 22 años sin embargo, al aceptar su responsabilidad Picos Barraza eludió una condena mayor.

El caso de Picos Barrueta, El Quillo, sí llegó a resolverse en un juicio en junio del 2021. Tras un mes de diligencias del juicio oral en el que desahogaron 58 pruebas, el juez determinó su culpabilidad y lo condenó a 32 años de prisión.

La justicia sigue pendiente. El señalado como autor intelectual, Dámaso López Serrano, alias El Mini Lic, sigue sin enfrentar a la justicia mexicana por el asesinato de Javier Valdez.

Se encuentra recluido en Estados Unidos y el temor de que la justicia no sea total es válido. Así lo expresó Griselda Triana.

“Estamos en una etapa muy delicada en el proceso del caso de Javier que pareciera que el autor intelectual no será llevado ante la justicia por ordenar el crimen. Es un individuo que tiene posibilidades amplias de ser testigo protegido en Estados Unidos, y saber que eso puede ocurrir es como si vinieran a escupirme la cara”.

Organismos de protección de periodistas como Reporteros Sin Fronteras, Artículo 19 y el Comité para la Protección de Periodistas, junto con Propuesta Cívica, han acompañado al caso desde siempre. En conjunto lanzaron un comunicado, que en resumen exige la extradición de Dámaso López Serrano, indiciado como autor intelectual del crimen, así como justicia para cada caso de periodistas asesinados en el país.

La exigencia es justa y necesaria. Hace apenas menos de dos semanas asesinaron en Culiacán al periodista Luis Enrique Ramírez, y días más tarde, en Veracruz, a Johana García y Yesenia Mollinedo.

A las exigencias de justicia se unió también la voz de Brissa Breach Velducea, hermana de Mirsolava, periodista asesinada en Chihuahua apenas semanas antes de que mataran a Javier. 

Ahí estuvo, en el mismo grito con la misma gente que cada 52 semanas se reúne para apelar a una máxima tan simple como justa… nunca el silencio.

Por eso otra vez en Culiacán un 15 de mayo se exige justicia. Aunque el tiempo acumule más semanas y transcurra un año más, el silencio no es opción. Aquí nadie olvida.

Con información de Milenio.