Volaris revende pasajes de dos adultos mayores discapacitados de Sonora y los deja varados en Oaxaca.

Dos adultos mayores de Hermosillo, Sonora, con diferente discapacidad, se quedaron varados en Huatulco, Oaxaca, luego de que la aerolínea Volaris revendiera sus asientos.

Gabriela Arcoamarillo Lohr denunció la indolencia del personal de la aerolínea que no permite a los señores Hortencia Lohr Romero, de 65 años de edad, con discapacidad visual, y a José Ángel Arcoamarillo Parra, de 64 años, con discapacidad neuromotora, regresar a su lugar de origen junto a su familia.

«Les comenté que veníamos en grupo y estaban dejando fuera a mis papás, que son adultos mayores y discapacitados, además de que no contaban con recursos para sufragar su estadía por más tiempo».

El vuelo está programado para salir a las 9.16 horas, del lunes 14 de agosto, de Puerto Escondido a Hermosillo, con escala en la Ciudad de México, pero al querer hacer check in, se percataron que estaba afectado.

«Mis padres, dos adultos mayores, mi mamá con discapacidad visual, están en Huatulco, Oaxaca, debían volver mañana con el resto de la familia que fue en el viaje, y les salen con que no pueden abordar porque están vendidos sus asientos», reclamó Gabriela.

«Nos comunicamos a atención a clientes Volaris y nos dijeron que no había vuelos disponibles. Que si querían se quedaran en puerto escondido hasta el 19 de agosto que hay vuelos, o en Huatulco hasta el 18 de agosto».

La compañía aérea fue tajante. «Que no había vuelos antes en ningún aeropuerto alterno y que no podían hacer nada».

Se les explicó que los señores no sabían andar en aeropuertos y tenían miedo y ansiedad, pero les respondieron que si querían les cancelaban los vuelos y les regresaban el dinero.

«Busqué en otras aerolíneas, y debido a que es de un día a otro los vuelos, me sale a 20 mil pesos y no contamos con esa cantidad de dinero».

«Me dijeron que verían lo de hospedaje y alimento, pero no responden… y me dijeron que no tenían un tiempo estimado de respuesta».

La denunciante les pidió que tuvieran consideración, ya que no podía irse y dejarlos en un parque y sin dinero en una ciudad que no conocen, además en estado de vulnerabilidad debido a su edad y discapacidad. «Y me dijeron que no podían hacer nada»