Ante la situación en las presas, el gran reto será decidir si se distribuye para consumo humano o para la agricultura, señala investigador de la UAS
Ante la sequía que se ha presentado en este 2023, uno de los años más secos registrados, dónde el fenómeno de “El Niño” en el Pacífico, y una corriente anticiclónica que hay sobre Sinaloa, han llevado a generar condiciones de nula lluvia para el estado, uno de los grandes retos que tendrán las instancia federales y estatales será decidir la distribución del agua para las personas ante la agricultura.
Omar Mancera, investigador de la Escuela de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), quien lleva años analizando las presas de nuestro estado, expresó que el 97 por ciento del agua es de uso agrícola, el 2 por ciento para la industria y sólo el uno por ciento para consumo humano.
“Eso qué quiere decir que la distribución del agua en Sinaloa es para la agricultura, y para que esta crezca, y si al consumo humano solo le corresponde el 1 por ciento de esa agua y las presas andan por debajo del 20 por ciento de su nivel, la decisión será muy fuerte por parte de las instancias federales y estatales de gobierno, a quién le van a dar ese 20 por ciento, si a los agricultores o a las personas”, reflexionó.
De lo meteorológico a lo social, dijo, la brecha no es tan amplia como pareciera, pues existen grandes implicaciones sociales y no solo productivas. El foco y la alerta hoy está entre los productores, que al no haber agua en las presas el ciclo agrícola que está por venir está en riesgo.
Sin embargo, tal situación viene acompañada de una serie de manifestaciones sociales, como son las recientes misas que han realizado en El Rosario, Guasave y Los Mochis, pidiendo por agua.
Pero el problema no solo termina ahí, añadió, ya que la producción agrícola es un gran engranaje en términos sociales que no sólo da empleo y genera riqueza, sino que mueve una serie de trabajos y de recursos que hoy está en riesgo en lo general, aumentando con ello la inseguridad al no haber empleo y tener que llevar el sustento a casa.
“Empezamos hablando de lo meteorológico, pero vienen todas estas implicaciones sociales complejas y al no haber empleo, a su vez no consumes al de la tienda, al que vende la ropa, al que vende un artículo para el hogar, haciéndose una cadena”, señaló.
Ante el problema de la sequía y el bajo nivel de las presas, expuso que de la agricultura dependen otras actividades secundarias y terciarias y un número cuantioso de personas.
“Sinaloa abastece al 30 por ciento del mercado nacional de hortalizas y granos, por lo que, de continuar esta situación se encarecerían no solo las hortalizas, y nosotros que lo adquirimos relativamente barato padecería también de esa carecía”.
En otros aspectos, ante la posibilidad que han considerado los agricultores, particularmente de Guasave, que han estado discutiendo sobre cultivar cártamo, recomendó reconsiderar tal propuesta puesto que no existe una cadena de producción, recordándoles que para posicionar el maíz que es un alimento básico del país se tienen problemas, la pregunta a realizarse sería cómo posicionarlo, quién lo compraría, quien lo procesaría para convertirlo en aceite.
Para finalizar, señaló que, ante el panorama desolador de este fenómeno tan complejo, será un debate lamentable pero interesante conocer cuáles serán las decisiones en caso de mantenerse esta terrible ola de calor y la falta de precipitación.