EL GOBERNADOR • Entre la espada y la pared
Por José Luis López Duarte
Quirino Ordaz Coppel, el gobernador de Sinaloa, lo hemos dicho y repetido, que ha resultado un “león rasurado” en el ejercicio de su gobierno y que hasta ahora ha sabido llevar las riendas políticas sin sobresaltos y menos choques políticos, a lo sumo una fuerte confrontación inicial cuando MORENA le quitó la mayoría en el congreso local, pero de allí en fuera no ha habido momento en que sea sacudido y menos que se tambalee (dirían en el argot boxístico), como ahora parece que está ante la situación política más difícil de su mandato.
Desde 2018, casi de inmediato, convirtió a Rubén Rocha en su adversario político número uno y, desde entonces, inició un trabajo de reducirlo y acorralarlo, empezando por combatir a la fracción de diputados de MORENA en el congreso local, primero sin reconocer que encabezaban otro poder en el gobierno de Sinaloa, y tenían prácticamente a todos los representantes nacionales en el congreso de la unión.
Fueron muy elocuentes cuando se tardó seis meses en reconocer la formalidad institucional que representaba la diputada Graciela Domínguez, líder de la bancada de MORENA, que se tradujo de inmediato en el diferendo sobre el presupuesto 2019 y la aprobación de las cuentas públicas del 2017, cuando MORENA obligó a modificar el presupuesto y luego a litigar en las cortes para no reconocer el rechazo de las cuentas públicas estatales.
Toda esta confrontación, que tuvo episodios bochornosos, como aquel diputado que reconoció lo habían sobornado por su voto, o la alteración de la mayoría de MORENA al reducir sus miembros por quién sabe qué artes que se voltearon a su líder y partido.
Todo ello se le endilgó al senador Rubén Rocha, quien aguantó todo, incluidos los menosprecios en las giras presidenciales de AMLO a Sinaloa. Esta controversia Quirino – Rocha le permitió al gobernador posicionarse aún más sólidamente al seno de su partido el PRI, que lo que le producía el paquete de encuestas a su favor como uno de los mejores gobernadores, como al interior de MORENA, condición que explica en mucho el retraso de la nominación de Rubén Rocha hasta fines de diciembre, retrasando dos semanas su decisión y generándole un conflicto posterior que aún no termina al seno de MORENA.
Frente a los integrantes de la coalición, el gobernador había construido acuerdos particularmente con el PAN y el PRD, desde su enfrentamiento con MORENA en el congreso del estado y parecía que su control del PRI cada día era más sólido, tanto que no hubo ningún problema para armar la coalición “Va por México”, resultando al final, que la controversia se desató por la nominación del candidato, que recayó en Mario Zamora.
Desde el jueves 21 de enero, cuando se conoció la noticia de que el ungido por el PRI para Sinaloa era Mario Zamora, se desató la controversia en la que se afirmaba que al gobernador Quirino Ordaz le habían “doblado las manos” al imponerle esa candidatura para su partido.
Esta división que se evidenció desde entonces, hoy es patente y ha abierto para el gobernador una encrucijada: Continúa pese a todo apoyando a Mario Zamora o da un viraje en su decisión electoral.
Cualesquiera de los dos, tendrá que ser a partir de un nuevo pacto con las fuerzas nacionales del PRI o de MORENA y hasta quizá con MC y el PAS también. Ya veremos