Los arqueólogos temen por los otros techos del Templo Mayor: “El que cubre la pirámide está a punto de colapsar”
A vista de pájaro, la cubierta de la Casa de las Águilas parece una enorme cama deshecha, toda arrugada, sostenida apenas por los muros del viejo edificio ritual. Desde la terraza de la librería Porrúa, en el centro de Ciudad de México, justo enfrente del complejo arqueológico, la imagen es de espanto: decenas de hierros retorcidos, la valla echada a perder y sobre todo la incertidumbre que depara el futuro. Con la temporada de lluvias a la vuelta de la esquina, los arqueólogos padecen por la salud de las valiosísimas pinturas murales del edificio, hasta ayer protegidas por el vetusto techo.
Ideados por Pedro Ramírez, el gran arquitecto del priismo, artífice del Estadio Azteca o la Basílica de Guadalupe, los techos han aguantado los terremotos de 1985 y 2017, además de las lluvias torrenciales de cada temporada. Ahora parecen haber alcanzado su límite.
El director del proyecto Templo Mayor, Leonardo López Luján, y Michelle De Anda, arquitecta y restauradora del complejo, han analizado las consecuencias del colapso y el estado de los otros tres techos. El que más les preocupa es el que cubre la segunda etapa constructiva de la vieja pirámide del Templo Mayor, el Huey Teocalli, el más grande después del que cubría la Casa de las Águilas. “Está a punto de colapsar”, ha dicho en entrevista López Luján. “Hay que cambiarlo porque un temblor o una granizada lo puede tirar: los tubos que los sostienen están angulados. Están obsoletos”, ha asegurado.
Desde el miércoles, pesos pesados de la arqueología nacional mantienen conversaciones con la Secretaría de Cultura para asegurar el recambio. No solo de la Casa de las Águilas, también de los demás. Fuentes consultadas por EL PAÍS señalan que Cultura se habría comprometido al reemplazo, aunque aún no se manejan fechas de entrega. El Templo Mayor es una de las zonas arqueológicas más importantes de México. Visitada por miles de personas cada año, su relevancia trasciende lo turístico y apunta a lo político, más ahora, cuando el Gobierno federal y el de la capital han hecho del pasado prehispánico una de sus señas discursivas.
“Es increíble que no haya afectaciones serias”, ha explicado López Luján con referencia a la Casa de las Águilas. “Después del colapso del techo, Protección Civil nos permitió acercarnos a la casa por todos los flancos. Y así con linternas y las imágenes del circuito cerrado de televisión pudimos ver que las banquetas y las pinturas murales estaban bien”, ha añadido.
El problema apunta ahora al cuidado del patrimonio del edificio. El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) planea retirar la cubierta dañada. Arqueólogos y restauradores del proyecto cubrirán las pinturas y las banquetas para protegerla de la intemperie. “Desarmar la cubierta no tiene demasiada complicación, el problema es que hasta que llegue la nueva el lugar quedará destapado”, ha dicho López Luján.
Con información de El País.