SLIM… ¡A LA VISTA! • Cuidado con él

Por José Luis López Duarte

Desde el año pasado, quizá más persiguiendo un dogma que un proyecto de desarrollo económico y modernización del país, el gobierno de AMLO, en su pretensión, equivocada en mi opinión, de proteger los intereses de la nación, ha desatado una ofensiva política y legislativa para echar abajo las reformas estructurales de Peña Nieto, específicamente la energética, que no reparan en las consecuencias y, por lo tanto, los retrocesos que puede significar, no solo en materia energética, sino también en telecomunicaciones.

Lo digo porque este miércoles 14 de abril, AMLO tiene como huésped en su tradicional “mañanera” a Emilio Azcárraga Jean, ni más ni menos que el dueño de TELEVISA, quien da a conocer la fusión de TELEVISA y UNIVISION, revelando que será para enfrentar las plataformas de NETFLIX, AMAZON PRIME, DISNEY + Y HBO MAX, recibiendo la felicitación de AMLO por el empuje de la televisión mexicana para competir en el mercado mundial.

Noticia de TELEVISA y comentario del presidente mexicano, que insertas en el acuerdo de ayer de la cámara de diputados federal de modificar la ley de hidrocarburos en su artículo 57, relativo a otorgar facultades de expropiar instalaciones, transporte y distribución de hidrocarburos, en aras de la seguridad energética nacional y la economía del país, parecen un contrasentido.

Que aunado a la reforma eléctrica de febrero pasado, donde se modifica la ley para otorgarle preponderancia en el mercado eléctrico a CFE por encima de los productores privados, agregado que el 2020 ya había modificado las cuotas de porteo eléctrico (conexión de la producción eléctrica privada a la red de distribución nacional que administra CFE) en un 800% para las empresas privadas, en contraposición a lo que está establecido en la constitución de la república de que no habrá monopolio en su artículo 28, como se decretó en las reformas estructurales del 2014 y que obligó a desarticular los monopolios privados de TELMEX, TELEVISA y TV AZTECA, así como las públicas PEMEX y CFE.

Precisamente un candado que desde hacia 20 años se venía debatiendo para elevar la competitividad de las empresas mexicanas y darle al pueblo mexicano los beneficios de la globalización, internacionalización y digitalización que venían desarrollando la mayoría de los países del mundo, ahora tal parece se pretende volver atrás, como los excesos de CFE de pretender volver hasta a usar carbón si es necesario para producir electricidad, en aras de devaluar la energía limpia ante los riesgos de la “seguridad nacional”, un eufemismo bueno para nada ante la urgencia de modernizar nuestras empresas nacionales para, como dijo ayer el presidente López Obrador a Emilio Azcárraga, competir en el mercado mundial.

Y lo peor, que puede ser una soberbia patada a todos los consumidores mexicanos, es precisamente el despertar de los monopolios que se está provocando con los acuerdos “muy de la manita” que se están fraguando con TELEVISA abiertamente, pero también con TELCEL y Slim subrepticiamente, cuando el Instituto Federal de Telecomunicaciones está abriendo las puertas para que se modifiquen los criterios para las tarifas de interconexión en los municipios, precisamente porque las redes telefónicas que son de TELCEL cobrarán lo que quieran a la competencia y obviamente los desplazarán del mercado.

La gran tragedia nacional de la privatización de TELMEX, empresa que en 1990 estaba cotizada en 7500 millones de dólares en el mercado internacional y el presidente Salinas se la vendió a Carlos Slim y su socios en la ridícula cantidad de 480 millones de dólares (y fiada), donde había dos socios sinaloenses, uno de la familia Demerutis y el otro, Don Juan Antonio Beltrán, aquel que por hobbie fue presidente municipal de Navolato, privatización que sirvió para tener muy pronto al hombre más rico del mundo a costillas de todos los mexicanos.

La reforma de telecomunicaciones vino en el 2014 a romper ese latrocinio que se cometía con los consumidores mexicanos y de inmediato se acabó el encanto de la riqueza de Carlos Slim al caer de la bolsa de valores de Nueva York y perder la preponderancia en el mercado mexicano que le permitía imponer las tarifas que quería y cobrar a cada teléfono lo que se le antojaba.

Las reformas estructurales del 2014 provocaron las caídas de TELEVISA, TV AZTECA y TELMEX – TELCEL como monopolios preponderantes casi absolutos (así le fue al PRD que propuso la de telecomunicaciones en el “Pacto por México”), beneficiando al consumo nacional con la competencia en precios, calidad y más y mejor tecnología, tanto que en seis años se han duplicado los teléfonos celulares y no hay hogar sin televisión digital y sin computadora, resultado del “apagón analógico”.

Este acuerdo de Slim con AMLO, que le permitirá volver a controlar la interconexión telefónica en el país (las 65 principales ciudades se le están autorizando) lo que provocará que todos los competidores de Slim se replieguen y la competencia se relaje con las obvias consecuencias para los consumidores al volver el monopolio de TELMEX. Lo que me recuerda aquella frase de los campesinos guasavenses “con tierra, agua y tractor… cualquiera es agricultor”.

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