UAS: NUEVO RECTOR • Los retos
Por José Luis López Duarte
El Dr. Jesús Madueña, luego de aspirar durante 12 años para llegar a ser rector de la UAS, por fin logra ese sueño y ha sido electo por el consejo universitario para cubrir el periodo 2021 – 2025, luego de un proceso en que se registró a cuatro precandidatos, Gonzalo Armienta, Jesús Madueña, Santiago Inzunza y Soila Gaxiola, se seleccionó una terna que al final votó el consejo universitario, resultando ganador por abrumadora mayoría el Dr. Madueña el pasado viernes 21 de mayo.
Y como ya es costumbre la descalificación, volvieron quienes, más por afanes políticos que otra cosa, critican cualquier decisión y luego la extrapolan para construir castillos políticos en el aire respecto a la UAS, Héctor Melesio Cuén e incluso Rubén Rocha, y hasta la próxima gubernatura, para concluir un inexplicable apoyo a Mario Zamora y el PRI.
El sistema electoral de la UAS, reforzado en su autonomía por la nueva ley general de educación superior, que estableció que no procederá ninguna reforma a las leyes orgánicas de las universidades públicas y autónomas, sin previa consulta a la comunidad universitaria correspondiente, en obvia referencia a poderes externos, especialmente de los gobiernos estatales y federal.
Por lo que esa es la piedra de toque para cualquier cambio estructural en la UAS, y a lo que obviamente implica un proceso profundo, amplio y extenso, que requiere de contenidos, movimientos, proceso y circunstancias políticas apropiadas, que no se construye ninguna ni a gritos, ni a sombrerazos y tampoco en un día.
Hoy los cambios en la UAS son procesos interconectados con el conjunto de la educación en el país, no solo la superior, los posgrados y la investigación, sino también con la educación básica que, al parecer, será la que a más corto plazo será obligada por la misma velocidad del desarrollo científico y tecnológico, y por representar los pilares de la educación media y superior.
Ya no es posible tratar este tema como en los inicios de la era moderna de la UAS, que empezó como una ínsula y ese signo la marcó por décadas, signo que ya se agotó en todos los sentidos.
Por eso, ver la UAS desde la óptica estrecha, limitada y de espacio muy corto, de que todo obedece a la definición de sus autoridades, es un reduccionismo y un callejón sin salida que solo conduce a la reyerta política y, peor aún, al desgaste, aunque represente la nada.
Reducir la UAS al tema de Cuén y el PAS, ajeno de los nuevos proyectos que requerirá la educación en el país, por lo menos es una miopía política y un vulgar interés político.
Insertar a la UAS en esa perspectiva de cambio permanente y transiciones obligadas serán los retos del nuevo periodo que ha iniciado con el Dr. Madueña y que involucrará a todos, incluso a los interesados.