¡No quiero morir!: El último grito de una entrenadora antes de ser atacada por una orca 

De acuerdo con la organización Zoo Animal Welfare Education Centre, la falta de espacio, el estrés social, la presencia de visitantes, enfermedades y otros problemas de salud son los principales desafíos a los que se ven expuestos los animales en estos centros

Visitar un zoológico es una experiencia diferente para muchos, ver en persona a animales salvajes que parecen solo existir en la televisión puede parecer surrealista, pero ahí están, tan cerca y al mismo tiempo tan lejos de los seres humanos.

Sin embargo, hay movimientos sociales que quieren abolir estos lugares, pues muchas veces les causan padecimientos tanto físicos como en su comportamiento a los animales que habitan las jaulas.

De acuerdo con la organización Zoo Animal Welfare Education Centre (Zawec), la falta de espacio, el estrés social, la presencia de visitantes, enfermedades y otros problemas de salud son los principales desafíos a los que se ven expuestos los animales en estos centros

Tilikum fue una orca macho que fue puesta en cautiverio en el SeaLand of the Pacific, un zoológico/acuario en Victoria, Canadá. Desde su captura hasta su muerte, Tilikum atacó a tres personas y se convirtió en el espécimen con el historial más extenso de ataques a seres humanos. Pero para saber por qué pasó esto hay que rebobinar hasta 1983.

Con tan solo dos años de haber llegado al mar islandés, la orca fue separada de sus padres y llevada a un tanque de almacenamiento de concreto en el zoológico marino de Hafnarfjördur, cerca de Reykjavík -capital de Islandia-. Por más de 365 días, Tilikum solo pudo nadar en círculos, mientras esperaba llegar a su destino final: Canadá.

Cuando por fin arribó a SeaLand of the Pacific, tuvo que compartir con dos hembras de su especie, Haida II y Nootka IV, quienes eran las dominantes de acuerdo con las relaciones que mantenía esa especie.

Según el diario británico ‘Mirror’, el trío era obligado a permanecer 14 horas en una piscina cerrada de 7.9 metros de ancho conocida como ‘El módulo’.

Tilikum era agredido por sus compañeras, las cuales lo atacaban en diferentes zonas de su cuerpo y le generaron úlceras estomacales del estrés.

Con el fin de mejorar la calidad de vida de los animales del acuario, la empresa contrató a Bruce Stephens, un entrenador de vida marina, para que diera algunas recomendaciones que ayudaran a mantener un ambiente de paz.

Para ese momento, según recoge ‘The Sun’, las criaturas ya le ‘robaban’ los objetos de práctica a sus entrenadores y se emocionaban demasiado con las cosas que ingresaban al agua.

El 20 de febrero de 1991, Keltie Byrne, de 20 años, entró por primera vez a SeaLand of the Pacific para trabajar como entrenadora a tiempo parcial, ya que estudiaba biología marina en la universidad.

Lo que ella no se imaginaba era que no saldría con vida del zoológico, pues Tilikum la arrastraría hasta el fondo de la piscina, mientras ella clamaba: “No quiero morir”; todo en presencia de cientos de turistas que se habían reunido a ver el show.

De acuerdo con el medio citado, Keltie logró salir a la superficie dos veces, en medio del pánico de los demás entrenadores que intentaban ayudarla, pero en cada una de estas se vio arrastrada hacia el fondo por ‘Tili’ -apodo que le daban sus entrenadores- y las demás orcas.

“Le lancé el salvavidas. Ella estaba tratando de agarrar el anillo, pero la ballena, básicamente, no la dejó. Para ellos era una sesión de juego y ella estaba en el agua”, afirmó la entrenadora Karen McGee para ‘Mirror’.

A pesar de que en un principio, el zoológico dijo que Byrne se había caído a la piscina cuando caminaba por el borde, varios de los testigos aseguraron que había sido ‘Tili’ quien la había arrastrado desde el borde de la piscina y había ‘jugado’ con ella por 10 minutos hasta ocasionarle la muerte. El cuerpo de la entrenadora fue recuperado tres horas después, tras varias maniobras de los equipos forenses.

“Fue un trágico accidente”, afirmó el entonces gerente de Sealand, Al Bolz, para ‘The Seattle Times’: “Simplemente no puedo explicarlo. Las ballenas solo estaban jugando, sentimos que ella se hubiera ahogado”.

Con información de El Universal