LOS TUMBOS DE LA COALICIÓN • En el PRI, el PAN y el PRD

Por José Luis López Duarte

En una contienda electoral, los factores que influyen poderosamente en los resultados es la calidad de los candidatos, el prestigio del o los partidos que lo impulsan y la capacidad de organización y movilización que logren en sus campañas, características que son intangibles, por lo menos las dos primeras, cuyos resultados estarán siempre ligados a la percepción que logren generar y prevalezca hasta el día de la votación.

Por eso adquieren un valor fundamental los personajes, los procedimientos, las estrategias políticas y las formas que muestre cada quien desde antes de iniciar la contienda, en los preámbulos y de manera especial en las campañas.

Sabiendo todos los partidos políticos el ABC de las competencias electorales, sorprende sobremanera cómo la coalición PRI, PAN y PRD han evidenciado tantos errores en la precampaña, que manifiestan vicios antidemocráticos, descomposición moral, escasa empatía con su militancia y ciudadanía, incongruencia política y excesiva manipulación de los procesos, cuestiones que muestran el nivel de crisis de los partidos políticos y su degradación.

Obviamente nada de esto es bueno para el sistema electoral y no ayuda a mejorar la vida de las instituciones.

La coalición “Va por México” no es el resultado de una convicción política e ideológica cuando han sido incapaces de ser una oposición alternativa frente al partido MORENA en el poder y su gobierno. Ninguno ni juntos han sido capaces de lanzar una propuesta en forma y a fondo en contra de López Obrador y mucho menos encabezando un movimiento con algún propósito que los convierta en opción distinta y contrapeso a ese gobierno.

Son el resultado de un movimiento empresarial encabezado por COPARMEX, a través del movimiento FRENNA, quienes diseñaron el objetivo de construir una nueva mayoría parlamentaria en el congreso de la unión.

Esa fue la motivación y razón principal para la coalición a la que el PRI, PAN y PRD no aportaron nada, como no fuera apropiarse de sus iniciativas y desvirtuarlo con su comportamiento general para organizar esta coalición.

Ni en el PRI, ni en el PAN, como tampoco en el PRD hay evidencia de tal propósito, cuando sus defectos y debilidades han sido características principales en la organización de esta coalición.

Nada más véase el caso concreto de Sinaloa, en donde la simulación democrática y la supuesta ciudadanización de la coalición se han destacado en todo. El PRI desdeño prácticamente a toda su clase política y desde el centro del país, concretamente el “Grupo Atlacomulco” del ex presidente Peña Nieto, se apoderó de la candidatura a gobernador bajo una burda operación del antiguo “dedazo”.

Luego, las posiciones que pactaron con el PAN y el PRD, excluyeron casi en su totalidad a los aliados de COPARMEX y FRENNA, asignándolos a sus incondicionales, los que el gobernador del estado aprobara y sin darle ninguna oportunidad a su militancia, dándose el caso más bochornoso en el PRD, que el único distrito federal que les tocó se lo asignaron al viejo líder de la CNC, Germán Escobar, como si no hubiera ciudadanos y militantes de su partido que pudieran encabezar ese distrito.

Y la “joya de la corona” ha sido el desatino de no incluir las presidencias municipales en el convenio de coalición, lo que le generará al paso del tiempo uno de los desbarajustes mayores en la campaña electoral y seguramente en sus resultados.

Ninguno de los tres partidos que integran la coalición han advertido hasta ahora las consecuencias de sus desatinos, que pueden resultar en su fracaso, más que por los méritos de sus adversarios. Es posible.

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