EL ORO DE MOCORITO • El plantón en Bacamopa

Por José Luis López Duarte

Allá por la sierrita de Los Parra, en el municipio de Mocorito, rumbo al “triángulo dorado”, se ubica la mina El Magistral, parte de las concesiones y explotaciones mineras que posee la empresa PANGEA, filial de MC EWEN MINNING Co., empresa canadiense, que explotan los yacimientos de oro y plata en la región y que, desde el lunes, ejidatarios de Bacamopa, Lo de Gabriel, Potrero de las Perdices y El Nacimiento, bloquean los caminos para que no trabaje la empresa minera mientras no cumplan con los ejidatarios los compromisos por la explotación de sus terrenos.

Una de las regiones más pobres de Sinaloa, cuyo signo quedó grabado para la historia en el corrido de “El alazán y el rocío”, siendo propiedad el Rocío de Don Vicente Gurrola, se les bautizó después de la carrera, aquella del 19 de marzo de 1923 (ya faltan dos años para su centenario), como “el rocío de los pobres”, de ahí precisamente del ejido Bacamopa en Santa Rosalía, donde cada día desaparecen poblados por el hambre, la miseria y ahora peor, que la minera no les quiere dar lo que les corresponde.

Son doscientas mil hectáreas las que tiene concesionada esta filial de la canadiense MC EWEN, esfuerzos que iniciaron los cahitas por allá en el siglo XVIII, constituyendo en 1800 “el mineral del magistral” que durante el porfiriato fue fuente de oro para el régimen porfirista, suspendiendo su explotación en 1950, hasta que ahora, desde el 2008, PANGEA explota mediante una inversión superior a los 300 millones de dólares, obteniendo un beneficio anual en el mercado de 50 millones de dólares por año, por lo que ya suman ingresos alrededor de los 700 millones de dólares en este lapso.

El conflicto que plantean los ejidatarios es la renegociación del contrato de explotación y las correspondientes rentas que les tienen que pagar, por lo que la disputa está en la necesidad de mayores beneficios para los ejidos después del éxito y la enorme ganancia que obtiene la transnacional MC EWEN.

El argumento de la empresa es que derraman en la región un monto de 50 millones de pesos mensuales, cantidad de dinero que nadie les cree, ni sumando todos los costos de producción de la empresa que emplea a 400 trabajadores.

Lo cierto es que PANGEA de MC EWEN está destrozando los cerros de la zona, envenenando los lechos y seguramente algunos acuíferos y corrientes subterráneas con los lixiviados que produce el “lavado” con cianuro de 4 mil toneladas diarias de roca triturada que producen, lavado que realizan con enormes cantidades de agua que extraen del subsuelo (un metro cúbico por segundo se comenta), lo que está abatiendo los mantos freáticos “aguas abajo”, afectando severamente el sistema ripario de los arroyos y seguramente contaminando poco a poco las zonas de Mocorito, Guamúchil y Angostura.

Total, que el “oro de Mocorito” se lo están llevando los canadienses, una miseria le están dejando a los ejidatarios, destrozando la orografía natural de la región y contaminando, quizá por décadas si no es por siglos, los lechos de corrientes superficiales y corrientes subterráneas.

Es cierto, como dice el corrido de “el alazán y el rocío”, esa región siempre ha vivido extrema pobreza (fuera de “el triángulo dorado” y lejos de los aluviones temporaleros que van de los valles hasta Guamúchil y de San Benito hasta Pericos) y ahora que les llega la brutal y depredadora minería, de donde pueden sacar algunos pesos, se los pretenden escamotear ¿Alguna autoridad municipal o estatal estará atenta a este conflicto?

En ese girón de Mocorito me recuerda a mi querida madre y que dibujaba en la novela “Cástulo Bojórquez” de César López Cuadras, la vida de esa región a mediados del siglo XX, rememorando sus ancestros maternos.

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