¿Qué rol jugaron los infantes de la Independencia?

CDMX, México.- Durante la guerra de Independencia, de 1810 a 1821, los niños fungieron como mensajeros, ayudantes, espías o soldados, y varios se convertirían, al crecer, en protagonistas de la historia nacional, incluso desde trincheras opuestas, como Benito Juárez, defensor de la República, y un partidario de la llegada de Maximiliano de Habsburgo como Emperador de México: Juan Nepomuceno Almonte, hijo de José María Morelos.

Este último hasta fue nombrado por su padre capitán de la compañía infantil Los Emulantes cuando tenía entre 9 o 10 años.

La presencia de los niños y adolescentes en las tropas se debía a la participación de las mujeres, que lo mismo alimentaban a los combatientes que procuraban a los heridos; con ellas permanecían sus hijos, observa el investigador David Guerrero Flores, interesado en relatar la historia desde grupos sociales como el femenino y el infantil y juvenil, cuya participación suele eclipsarse ante el relato de las hazañas emprendidas por los personajes masculinos.

«Los niños que llegaron a vivir en los campamentos eran los encargados de acarrear la leña, de encender el fuego para cocinar los alimentos, de repartir la pastura para los caballos y las mulas o de transportar agua en cubos de madera.

«Los más despiertos, de 13, 14 o 15 años, servían de guías, mensajeros y espías, y algunos de ellos incluso tuvieron funciones de soldados. Un adolescente de 14 o 15 años podía comenzar a formar parte de los combates armados», detalla el coautor de Niños y adolescentes: Normas y transgresiones en México, Siglos XVII-XX.

Hacia el año 1800, indica Guerrero Flores en entrevista, la Nueva España tenía aproximadamente 6 millones de habitantes en un territorio de más de 4 millones de kilómetros cuadrados, más del doble de la extensión actual.

De esa población, aproximadamente el 30 o 40 por ciento era menor de 15 años, mayoritariamente -más del 80 por ciento- repartida en pueblos, villas, haciendas, plantaciones, rancherías y aldeas; sólo un 20 por ciento habitaba lo que podrían denominarse como centros urbanos, explica el investigador del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) y también autor, junto a Emma Paula Ruiz, del libro El País en formación.

En aquellos tiempos, detalla, alrededor de 300 de cada mil niños morían antes de cumplir un año, víctimas de enfermedades respiratorias y gastrointestinales, pero también de epidemias bacterianas como el tifus y la escarlatina o de padecimientos virales como la viruela, el sarampión, la rubéola, la varicela y las paperas, además de males endémicos, sobre todo en las regiones semi tropicales: fiebre amarilla, dengue o malaria.

TESTIGOS Y PROTAGONISTAS
Narciso Mendoza, el legendario «Niño Artillero», o Timoteo Rosales, son también hijos del movimiento. Este último tenía unos 10 años cuando fue capturado en 1811 por los realistas y se le fusiló como escarmiento a su padre combatiente, Víctor Rosales.

Otro fue Luis Moreno Pérez, de 11, quien permaneció junto a sus padres, Pedro Moreno y Rita Pérez, en la lucha independentista y murió durante la defensa del Fuerte El Sombrero, en 1817, en la región de El Bajío, cerca de la Ciudad de Guanajuato, según expone Guerrero Flores.

Esta familia además sufrió el secuestro de una hija de 2 años, Guadalupe, capturada por un comandante realista, José Brillanti, quien propuso al padre canjearla por un sargento. Él no aceptó liberarlo y la niña fue adoptada por el general y luego remitida a un hospicio. No obstante, tras una odisea, pudieron recuperarla, detalla el historiador.

En honor de esta familia se denominó Lagos de Moreno al municipio jalisciense.

«No hay que perder de vista que la mayor parte de las niñas, de los niños, de los adolescentes, tanto varones como mujeres, padecieron la guerra dentro de sus pueblos y vieron pasar a las tropas; muchos sufrieron robos, de sus casas, de sus cosechas, de sus animales; vieron incendiados sus pueblos, tuvieron que huir a los cerros y a los montes para refugiarse y para alejarse de la violencia armada. Y muchos, incontables, murieron en los escenarios de guerra, o bien fueron testigos de los combates y de los campos sembrados de muertos y heridos», apunta Guerrero Flores.

Los sobrevivientes participaron en la configuración de México desde tendencias liberales o conservadoras, e influirían, como Juárez y Nepomuceno Almonte, en el curso de la historia. Por ejemplo, Félix María Zuloaga, quien nació en 1813 y en 1857 encabezó el Plan de Tacubaya contra la Constitución de ese año, y fue nombrado Presidente de México en oposición al propio Juárez, mandatario constitucional, en el inicio de la Guerra de Reforma.

Melchor Ocampo, de 1814, fue un político liberal, impulsor de las Leyes de Reforma y autor de la Epístola del Matrimonio Civil, cuya lectura se mantuvo vigente hasta principios del siglo 21, recuerda Guerrero Flores.

Menciona también personajes como Guillermo Prieto, Lucas Alamán y María Dolores Guerrero -hija de Vicente Guerrero- y su esposo Mariano Riva Palacio, padres del político, militar e historiador Vicente Riva Palacio.

Con información de Reforma

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