El peligro de las cocinas de gas: emiten benceno, ligado a la leucemia y otros cánceres

Los datos que se publican periódicamente sobre la contaminación del aire nos alertan por la mala calidad del aire que respiramos en las ciudades. Sin embargo, se sabe menos sobre otro tipo de contaminación que puede ser aún más perjudicial para la salud humana: la que se produce en el interior de nuestras viviendas.

Un equipo de expertos liderado por investigadores de la Universidad de Stanford ha revisado a fondo una de las fuentes de este tipo de contaminación del aire en el interior de las viviendas: la que se produce por la combustión de gas en las cocinas (fogones, hornos).

El primer párrafo de la nota informativa publicada por la Universidad de Stanford indica que “una sustancia química relacionada con un mayor riesgo de leucemia y otros cánceres de células sanguíneas se cuela en millones de hogares cada vez que los residentes encienden sus cocinas y estufas de gas”.

Los resultados del estudio liderado por los expertos de la Universidad de Stanford han sido publicados en la revista científica Environmental Science & Technology (edición en línea del 15 de junio).

La sustancia tóxica a la que se refiere el estudio es el benceno, un hidrocarburo aromático de fórmula molecular C₆H₆ que se puede liberar a la atmósfera por combustión incompleta o fugas de gas natural o propano.

En los últimos años, se han publicado varios estudios sobre la contaminación del aire en el interior de las viviendas. La nueva investigación liderada por expertos de la Universidad de Stanford aporta datos más concretos y compara los niveles de benceno con otros contaminantes.

El estudio encuentra que un solo quemador de cocina de gas o un horno de gas ajustado a 180 ºC pueden elevar los niveles interiores del carcinógeno benceno por encima de los que se atribuyen al tabaco para los fumadores pasivos.

El benceno también se desplaza por toda la casa y permanece durante horas en el aire de la casa, constata este nuevo estudio. Según el autor principal del estudio, Rob Jackson, profesor de ciencias del sistema terrestre en la Escuela de Sostenibilidad Stanford Doerr, “el benceno se forma en llamas y otros entornos de alta temperatura, como los quemadores que se encuentran en los campos petroleros y las refinerías.

“Ahora sabemos que el benceno también se forma en las llamas de las estufas de gas en nuestros hogares”. El estudio destaca que una buena ventilación ayuda a reducir las concentraciones de contaminantes, pero descubrió que los extractores de aire a menudo no eran efectivos para eliminar la exposición al benceno.

Los expertos encontraron que las concentraciones interiores de benceno formadas en las llamas de las estufas de gas pueden ser peores que las concentraciones promedio del humo de segunda mano.

Además, el benceno puede migrar a otras habitaciones lejos de la cocina y las concentraciones medidas en los dormitorios pueden exceder las concentraciones nacionales e internacionales según los puntos de referencia de salud de organismos como la OMS, informa el portal Atrsdr.

Los autores también encontraron que las campanas extractoras residenciales no siempre son efectivas para reducir las concentraciones de benceno y otros contaminantes, incluso cuando las campanas ventilan al aire libre (es decir, no van a parar a patios interiores o dependencias similares).

El nuevo documento es el primero en analizar detalladamente en California las emisiones de benceno cuando se usa una estufa o un horno. Estudios anteriores se centraron en las fugas de las estufas cuando están apagadas y no midieron directamente las concentraciones de benceno resultantes, indica la Universidad Stanford.

El benceno es un compuesto orgánico potencialmente carcinogénico que, tras ser inhalado y después de exposiciones prolongadas, puede ocasionar graves efectos sobre la salud humana, ya que afecta al sistema nervioso central y a la normal producción de células sanguíneas, puede deteriorar el sistema inmunitario y dañar el material genético celular, lo que a su vez puede originar determinados tipos de cáncer (leucemia) así como malformaciones congénitas. Además, el benceno es marcadamente tóxico para los organismos acuáticos y, en especial, sobre los invertebrados.

Con información de El Imparcial